El interés por la
participación en el discurso corporal se nota en muchos países,
no solamente en los Estados Unidos; también en Finlandia o Polonia
Seguramente, el cuerpo humano fue el primer soporte para la pintura: a aquellos
primitivos, antepasados nuestros, se les ocurrió muy pronto que su
piel quedaba mucho más atractiva, o mucho más terrorífica,
si la cubrían con símbolos y pigmentos.
Con el tiempo, la práctica de decorarse
la propia anatomía quedó restringida al muy limitado campo de
la cosmética facial, pero hay una disciplina que intenta recuperar
la magia transformadora de aquellas primeras experiencias: se llama body painting.
Con medios mucho más sofisticados que los de nuestros ancestros, como
puede ser la henna, pinturas naturales o acrílicas, etc.
Un
camuflaje natural que deja ver insinuadamente el cuerpo despojado de cualquier
atuendo. El cuerpo es privativo y exclusivo de cada cual, el modo de emplearlo
en un espacio social determinado depende de la moralidad y la capacidad coercitiva
que este medio haya ejercido en el individuo, hasta hacerlo asumir como verdades
sus edictos. El maquillaje corporal se ha convertido en unos pocos años
en un arte vivo que cada vez se utiliza más en espectáculos o
hasta en promociones de productos.
Este
arte es tan efímero como laborioso. Un cuerpo desnudo necesita entre
tres y cuatro horas de trabajo para conseguir un trabajo de calidad. En concreto,
las sesiones comienzan a las siete de la tarde y se prolongan hasta las once
de la noche. Suele ser habitual que el artista que se dedica al maquillaje corporal
se encargue también del peinado y de otros detalles que hacen que el
conjunto sea más llamativo si cabe.